miércoles, 9 de febrero de 2011

Cuando el Dinero Sí Manda en el Fútbol

No todo es fidelidad y amor por tus colores en el mundo del fútbol, ni siquiera en un club como el Barça, que es ‘mès que un club’. Perdón. ¿Dije “no todo”? Quise decir “casi nada”. Cuando de dinero se trata, en la mayoría de las ocasiones no hay colores que valgan más que el reluciente y sensual dorado del oro. Así pues, el ‘blaugrana’ muchas veces no ha sido suficiente para conseguir el fichaje anhelado y la renovación necesaria o para evitar la fastuosa y forzada salida del gran ídolo.

Año tras año, el Chelsea intenta el fichaje de Alves
Una vez acordadas las renovaciones de Pep y Abidal –ya sólo quedan pendientes las respectivas firmas-, sólo falta esclarecer el acuerdo de extensión y mejora de contrato para Daniel Alves. ¡Casi nada! El mejor lateral derecho del mundo está jugando en el mejor equipo de mundo. ¿Qué falta entonces? Pues dinero. Ni Alves es el lateral mejor pagado del mundo, ni el Barça es el club más rico del mundo. Toca entonces acercar posturas y, en base al sentido común, encontrar un punto medio que satisfaga a ambas partes. Pero en este mundo loco, loco, loco, las cosas no siempre se presentan en plácido balance y los resultados a veces no son los esperados. El Barça, haciendo lo que le toca, le ha ofrecido ya una oferta al lateral brasileño, con extensión y sensible mejora salarial incluidas, pero Alves tiene otros planes, quiere mucho más y dice que, de puntos medios, nada. En lo que a negociaciones se refiere, el club tiene todas las de perder porque, mientras que del otro lado se encuentran dos o tres clubes repletos de petrodólares –o euros blancos- dispuestos a vestir de oro al brasileño, el club no ve quién pueda tomar el lugar del incansable lateral con igual o mejor rendimiento, ni en el orbe futbolístico, ni en la Masía misma. ¿Qué pasará entonces? Hay de tres sopas: que el club doble las manos y pague al lateral lo que pide, rompiendo la escala salarial del equipo, que Alves se dé cuenta de que los títulos y el fútbol de este equipo no se pueden comprar ni con todo el oro del mundo y acepte la oferta del club o que no haya acuerdo y se mantenga su contrato intacto. En este último supuesto, se abren dos nuevas opciones: que el club venda a Alves en el próximo mercado de verano (su contrato vence en junio de 2012) o que lo mantenga un año más y vea cómo se marcha libre sin que el Barça ingrese un solo euro por su salida. Cruyff dice que, si Alves no renueva, la única opción coherente será venderlo este verano. Comparto, como casi siempre, la opinión del ‘Flaco’. Y es que también desde dentro del club hay una tenue voz que dice: “menos corazón y más dinero”, que más que una tenue voz, últimamente se ha convertido en un grito desesperado. Qué hacer en caso de que Dani se marche es un tema que ya trataremos después en otra publicación.

Figo es considerado un traidor para la afición culé
En el fútbol, como en la vida, hay ocasiones en que el dinero no sólo es lo más importante, sino que lo es todo. Así pues, existen casos que harían que el mismísimo Rockefeller se sonrojara. Seguramente a estas alturas ya todos ustedes saben a dónde voy. Cuando Luis Figo fichó por el Real Madrid fue uno de los días más negros en la historia del barcelonismo. El portugués estaba muy adentro del corazón de todos los culés, era el mejor del mundo, era el capitán, era el ídolo. Los rumores sobre su fichaje por el club merengue crecían día a día y él, en la más inexplicable y cruel de las actitudes, dijo alto y claro que el Barça era el club de sus amores y que jamás iría al Real Madrid al tiempo que besaba el escudo ‘blaugrana’. Lo siguiente que se supo de Figo es que estaba firmando con el club blanco y estrechando la mano de su presidente, Florentino Pérez, previo pago de su astronómica cláusula de recisión.
Jimmy Jump le refresca la memoria a Figo
Figo se convertía así en el fichaje más caro de la historia hasta ese momento (alrededor de 61 millones de euros) y el Barça perdía al jugador que era dueño de toda la admiración y cariño de la afición culé. Con la salida de Figo, en Can Barça nos sentimos un club tan pobre, que lo único que teníamos era dinero. Con los años, se han escuchado todo tipo de explicaciones, por parte de Figo mismo y de muchas otras personas involucradas. Una de ellas fue que Figo no tuvo opción, ya que había firmado un precontrato con Florentino en el que se especificaba que, si no mantenía su palabra de fichar por el Madrid en verano, tendría que pagar 30 millones de euros al equipo blanco. Si algo es cierto es que se notó, y se sigue notando, que Figo añora sus días en el Barça y que su deseo era el de quedarse, pero el corazón del portugués no estaba lleno de amor por el club catalán, sino más bien de su desmedida pasión por el dinero. Todavía hoy podemos ver a Figo tratando de justificarse para poder sentirse bienvenido de nuevo en el Camp Nou, algo que jamás sucederá. Dejemos que él siga disfrutando de todo su dinero, y nosotros sigamos disfrutando de este Barça, que está liderado por jugadores hechos en casa que ni por todo el oro del mundo ficharían por el Real Madrid, que cuenta con el mejor jugador del mundo sin necesidad de hacer la canallada de ficharlo por debajo de la mesa y que, además, es un equipo que juega mucho mejor que aquel que tuvimos con Figo en el campo.

Hasta la otra.

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martes, 1 de febrero de 2011

Cuando el Dinero No Manda en el Fútbol

La industria del fútbol también es de caballeros. Aún hoy, que vivimos un fútbol controlado por las televisoras, los patrocinadores, las promotoras, los agentes y todas esas ambiciones económicas que vienen junto con ellos, podemos ver muestras de un verdadero amor y respeto por esta profesión. De ahí que, por ejemplo, Guardiola ni se planteé marcharse a otro club y, antes de firmar su renovación, mire todos los aspectos del contrato menos los ceros que contiene, o que Messi, que seguramente recibe ofertas astronómicas de otros clubs día sí y día también, ni siquiera considere la opción de vestir una camiseta que no sea la blaugrana en este momento. ¿Y qué me dicen de jugadores como Puyol, Xavi o Iniesta? Los cantos de sirena para ellos, provenientes principalmente de la Premier League, no paran jamás. ¿Se han dado cuenta ya del patrón manifiesto? Guardiola, Messi, Puyol, Xavi, Iniesta. Todos son culés desde su formación profesional; crecieron en la Masía y se hicieron grandes en el Barça. Este valor agregado tal vez haga más fácil para ellos la estoica labor de mantener su fidelidad al escudo blaugrana por encima de los intereses económicos y no quisiera restar valor a su sacrificio en pos del equipo de sus amores, pero es inevitable destacar especialmente una actitud como esta en un jugador que no ha sido formado en la Masía, pero que valora como el que más el hecho de pertenecer a un equipo tan especial como el FC Barcelona, que es, sin duda, ‘més que un club’. ¿De quiénes estoy hablando entonces? Pues de jugadores como Villa, que prefirió llegar a un club ganador como el Barça y rechazó ofertas sensiblemente superiores en el aspecto económico como las del Chelsea y el Real Madrid, y jugadores como Mascherano, que estuvo dispuesto a asumir parte de su fichaje rebajándose el sueldo para que se concretara su salida del Liverpool. Estos dos jugadores demostraron un profundo respeto por su profesión y nos mostraron que no todo en el fútbol profesional se trata de dinero.
 
Abidal, con Txiki y Laporta el día de su presentación con el FC Barcelona
En estos momentos el FC Barcelona está tratando, entre otras, la renovación de Eric Abidal, que finaliza contrato en junio de 2012. Para entonces el francés estará a un mes de cumplir 33 años. La oferta de renovación del club catalán es muy sencilla: un año más con opción de ampliarse otro año si se cumple con un mínimo de partidos jugados y manteniendo el mismo sueldo que percibe hasta ahora. Cuando supe del interés del club por renovarlo, tuve sensaciones encontradas. Si bien es cierto que en estos momentos estamos viendo la mejor versión de Abidal desde que llegó al Barça, también es cierto que este es un equipo en el que se exige un gran esfuerzo a cada jugador, y es precisamente la posición de lateral la que requiere el mayor derroche físico. No puedo evitar preguntarme si Abidal podrá mantener semejante ritmo pasados los 33 años tanto como no puedo evitar dudarlo. Para mi tranquilidad, hoy veo una nota en la que Abidal dice: “No quiero prolongar por prolongar. Si mis piernas no responden, me iré. Es una cuestión de honestidad”. Ahora, después de leer esto, lo que no puedo evitar preguntarme es si llegado el momento Abidal se mantendrá firme a su palabra, porque, créanme, el momento llegará y tendrá uno o dos años por delante percibiendo el mismo sueldo pero jugando a la mitad.

Overmars, un caballero dentro y fuera del campo
Esta situación me recordó el caso de un ex jugador del Barça por el que siento una especial estima: Marc Overmars. El extremo holandés fue fichado por el Barça con buena parte del dinero ingresado ‘gracias’ a la traición de Figo y, aunque nunca pudo dar todo lo que los culés esperábamos de él, dejó un buen sabor de boca en la mayoría de nosotros. Su salario fue tan alto como lo fue la cantidad pagada por su traspaso (más de 32 millones de euros, que en aquel entonces eran una barbaridad), convirtiéndolo en uno de los jugadores mejor pagados de la plantilla. Overmars, como todo buen extremo, tenía como principal arma su impresionante velocidad, que Michel Salgado sufrió en carne propia cada que se enfrentaban Barça y Real Madrid; el jugador merengue seguramente tenía pesadillas con Overmars antes y después de cada clásico español. Un día, bueno o malo, Marc Overmars anuncia en rueda de prensa que renuncia a su contrato porque ya no tenía las cualidades físicas que exigía un equipo como el FC Barcelona. Así, sin más, sin negociar una compensación por parte del club, Overmars se retiraba del FC Barcelona y del fútbol profesional, renunciando a la paga restante de su contrato sólo impulsado por su sentido de honestidad. Gracias, Marc, por mostrarnos a todos que el dinero no siempre manda en el fútbol. Eres grande.

Hasta la otra.