lunes, 18 de abril de 2011

Chicos Que Parecen Grandes

Recuerdo que en mis quince años tuve la osadía de salir con una chica de diecinueve. Para conseguir la hazaña tuve que mentir, asegurándole que yo ya era todo un mayor de edad con dieciocho primaveras en mi espalda. Al final ella accedió, salimos, platicamos, nos besamos y nos despedimos. Pasados los años me pregunto si mi actitud, mi charla, mis besos y mi despedida fueron propias de un verdadero dieciochoañero. Para ser sincero, lo dudo. Aquí en mi pueblo decimos que la mona, aunque la vistas de seda, mona se queda. Asimismo, el Real Madrid de hoy es un imberbe que va por ahí con bandera de mayor de edad, presumiendo sus hazañas y vanagloriándose de ser un tigre en la cama, pero a todos nos llega el día y, a la hora del acostón, nada de nada.

El pánico a otro resultado así obligó al Madrid a echarse atrás
Lo que vimos el sábado en el Bernabéu fue a un equipo chico haciendo frente al mejor equipo del mundo. Si el Real Madrid hubiera jugado con el uniforme del Almería nadie hubiera notado la diferencia. Un club con la historia del equipo blanco no puede dejar la lucha por un título mientras este sea posible, pero en el clásico vimos que los de Mourinho ya habían dado la Liga por perdida. Lo lógico es que si vas 8 puntos abajo del rival, luches por recortar la distancia. En cambio, en todo Madrid se celebró el empate como si fuera un triunfo. La realidad es que se están haciendo un auto lavado de cerebro, porque ni ellos se creen que el empate sea un buen resultado. Para el Almería, sin embargo, sí que lo sería.

En su artículo de hoy en El Periódico, Martí Perarnau explicó que no hay estilos más legítimos que otros y que los otros equipos no están obligados a jugar con la misma idea del Barça. De acuerdo, pero no es el fútbol espectacular del Barça lo que obliga al Real Madrid a no plantear partidos ultra defensivos, sino que son ellos mismos, por congruencia, los que se obligan a jugar un fútbol propositivo, ya que siempre se han jactado de practicar un fútbol preciosista, como el señor equipo que son, o eso dicen.

Surrealismo es que este le pregunte a Messi que si está loco
En este clásico Mourinho nos demostró una vez más su genialidad al conseguir dos cosas: convertir al Real Madrid en un equipo chico y que la afición merengue esté contenta con ello. Ver a todo el Bernabéu saltando en júbilo y cantando por el empate conseguido con el fútbol más horroroso que se haya visto fue una visión surrealista. Si eso hubiera hecho el Barça en el Camp Nou, la que se arma.

Por otra parte, es precisamente este partido el que me hace dudar de la genialidad de ese al que le dicen ‘The Special One’. Yo creo que no hay que ser un genio para poner un trivote defensivo y jugar con los 11 atrás. Un genio sabría plantar en el campo a la plantilla más cara del mundo para poderle jugar al tú por tú a cualquier equipo del mundo. ¡Qué digo un genio! Cualquier entrenador que se precie de ser bueno debería ser capaz de hacerlo. La conclusión es simple y se las digo aquí y ahora: Mourinho no es un genio del fútbol, sino del teatro y la manipulación.

La principal responsabilidad recae ahora en la afición. Los seguidores merengues son los que están obligados a reprobar ese fútbol rácano, violento y antiestético. Pero no, lo que se vio en el Bernabéu no fue una pañolada blanca pidiendo el cese del técnico, sino miles de banderas madridistas festejando que el Barça les había ganado la Liga.

Hasta otra.

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