Ya lo sabíamos todos desde hace meses. Pep abandonaría el
Barça al final de la temporada. Sí, lo sabíamos pero no queríamos admitirlo. “Pep
seguirá, seguro”, dije una y otra vez este año, pero mi corazón no latía al
ritmo de mis palabras. Al final, su salida si acaso sorprendió a uno que otro
despistado. Todos nos entristecimos, pero ya lo esperábamos. Lo cierto es que Pep
llevaba cuatro años anunciando su salida.
El ojo de Tito nos mostrará el camino |
El mismo día que Pep anuncia oficialmente su salida, se
hace oficial que su relevo lo tomará el inexperto y carente de renombre Tito
Vilanova. Cuatro años atrás, esto hubiera sido un escándalo. Que un entrenador
sin un gramo de experiencia tome las riendas del mejor equipo del mundo suena a
chiste malo. Pero Pep cambió todo. Todo. Ahora nadie se ha escandalizado por el
hecho de que el siguiente entrenador del Barça sea famoso porque José le ha
picado el ojo y no porque ha ganado 3 Champions y entrenado a 8 selecciones
nacionales.
Tito era la apuesta más cómoda para un Rosell que tiene
hambre de aceptación y pánico al rechazo. Casi cualquier otro nombre hubiera
generado opiniones divididas. Y digo casi porque hay un Marcelo Bielsa que sólo
hubiera sido puesto en entredicho por esos inconformes patológicos que discuten siempre todo, sin importar lo
que sea. Con Tito, Rosell se ha ahorrado el rechazo y la polémica, pero tampoco
ha disfrutado de la aceptación. Todos estamos en ‘stand-by’. Casi nadie se
atreve a alzar la voz ante el innegable hecho de que le están entregando el
mejor equipo del mundo a un inexperto segundo entrenador. Discutir a Tito equivale a discutir a Pep, o al menos así lo vemos todos, y eso es algo que la mente
culé no está preparada para procesar. Lo que dice Pep va a misa.
Aunque aprendió de Pep, Tito tiene un estilo propio |
Si hace cuatro años a Rosell le hubieran dicho que el
primer entrenador que él podría como Presidente del Barça sería un segundo
entrenador sin experiencia, se hubiera partido de la risa hasta morir. Ese no
es el estilo de Sandro Rosell. A Rosell le gustan los José Mourinho, los Carlo
Ancelotti y los Arsène Wenger. A Rosell le gustan los Neymar y los Wayne Rooney.
Al actual Presidente del Barça se le ha impuesto el sentimiento general de los
culés. Muy a su pesar, trabaja con un modelo que él no ha creado y en el que él
no creía. Pero al pueblo lo que pida, y el pueblo pide lo que Pep nos ha dado
durante estos 4 años. Y este es el gran problema que enfrentará el Barça la
siguiente temporada. Si Rosell no cree en este modelo, si no cree en Tito y en
todo lo que representa, estamos jodidos. Pues se los digo de una vez, no con
fatalismo sino con resignación: Rosell no cree en Tito ni en el modelo que
representa. Y, lo peor de todo, es que quizá tenga razón. El éxito de Pep
Guardiola no garantiza que cualquier otro ‘hombre de la casa’ vaya a tener los
mismos resultados, ni siquiera si ese hombre se curtió de la mano de Pep mismo.
Vamos, que los Pep Guardiola no se dan en maceta. Si Tito
Vilanova responde a las expectativas, será un hecho sin precedentes y
completamente inverosímil. Sería increíble, en el más literal de los sentidos.
No, Tito Vilanova no es Pep, y sólo el tiempo y los resultados dirán si ponerlo
al mando del Barça será juzgado como el más valiente o el más estúpido e
ingenuo de los actos.
Mis sensaciones no son buenas. No por el nombramiento de
Tito en sí, sino por la forma en que se están manejando las cosas alrededor de
él. Zubizarreta dijo que "Tito sólo será responsable de la parte
futbolística” porque “es distinto a Pep". ¿Porque es distinto a Pep? ¡Mal
vamos! Lo que Zubizarreta está diciendo es que Tito no decidirá quién se queda
y quién se va, sino que serán él y Rosell quienes señalen el rumbo. ¡Mal vamos,
les digo! La clave para que Tito Vilanova funcione pasa por darle su lugar como
lo que es: el próximo entrenador del mejor equipo del mundo. Si la directiva
del Barça ningunea a Tito, el resultado difícilmente será satisfactorio. Si al
entrenador no se le respeta en casa, no se le va a respetar en ninguna otra
parte. Disculparán si me adelanto al tiempo y juzgo de una vez, pero a mí la
decisión de Rosell no me parece, ni mucho menos, valiente. Al contrario, me
parece cobarde y tiznada con el hollín de la demagogia. Al pueblo lo que pida.
Al pueblo pan y circo. Valiente sería nombrar a Tito con una sincera convicción
de que es la mejor opción, y actuar en consecuencia de acuerdo con esa
convicción; volcarse con él. La congruencia con el nombramiento de Tito exige respetarle como un
entrenador calificado para manejar al mejor Barça de la historia. Decir que a
Tito no se le darán todas las facultades que debería tener “porque no es Pep”
es traicionar los principios mismos que motivaron su nombramiento. Es traición,
no menos.
Todavía están a tiempo de recapacitar. Para que el Barça
que viene sea exitoso, hay sólo dos caminos: respetar la envergadura de Tito y
tratarlo de la misma forma en que se trataría a un entrenador de primer nivel y
renombre internacional, o apostar por un nuevo modelo y traer a un entrenador
contrastado que tenga ideas propias y un estilo definido. Ambas opciones son
arriesgadas y valientes, pero es ingenuo pensar que un equipo puede perder al
mejor entrenador de su historia y no sufrir en la transición. Se vienen días
duros en Can Barça, pero que sean duros no significa que no puedan estar
vestidos de gloria.
Nadie hace historia sin un buen par de cojones, y si
buscan ‘cojones’ en la enciclopedia, les puedo garantizar que no verán una
fotografía de Sandro Rosell. Es así.
Gracias y hasta otra.
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