lunes, 24 de marzo de 2014

La línea que separa a los aficionados de las bestias

La violencia en las gradas al final del clásico tapatío de este fin de semana, que enfrentó a unos dos mil aficionados de Chivas con una treintena de policías y que dejó a ocho oficiales heridos, dos de ellos de gravedad, fue un evento trágico, vergonzoso e inadmisible.
Ya que en esta ocasión la violencia fue cortesía de la afición chiva, no han faltado los atlistas que se inflan el pecho diciendo "fueron ellos, no nosotros". ¡Por favor! Hipócritas. Las barras atlistas son igual de violentas o quizá hasta peores que las de Chivas.
Los aficionados debemos ser los primeros en condenar este tipo de actitudes. El atlista que se regodea porque en esta ocasión los animales fueron los rivales, perdón, pero está meando fuera del hoyo. Aquí no hay afición que valga, porque estos no son atentados contra unos colores, sino contra la carne, el hueso y la dignidad de personas con nombre y apellido, con esposas e hijos.
Los aficionados del Atlas, los de las Chivas y todos debemos unirnos en contra de este tipo de actos violentos. Aquellos que cometieron estas agresiones no deben ser juzgados como aficionados de Chivas ni de ningún otro equipo, sino como seres atávicos con regresión al salvaje. Esos no son aficionados al fútbol, son bestias.
No podemos permitir que nuestro fútbol se nos escape de las manos. Si el fútbol mexicano tiene licenciatura en crisis, en el tapatío ya se sirven con cuchara de doctores. Un desastre en todos los niveles. Urge enderezar el rumbo.