martes, 1 de febrero de 2011

Cuando el Dinero No Manda en el Fútbol

La industria del fútbol también es de caballeros. Aún hoy, que vivimos un fútbol controlado por las televisoras, los patrocinadores, las promotoras, los agentes y todas esas ambiciones económicas que vienen junto con ellos, podemos ver muestras de un verdadero amor y respeto por esta profesión. De ahí que, por ejemplo, Guardiola ni se planteé marcharse a otro club y, antes de firmar su renovación, mire todos los aspectos del contrato menos los ceros que contiene, o que Messi, que seguramente recibe ofertas astronómicas de otros clubs día sí y día también, ni siquiera considere la opción de vestir una camiseta que no sea la blaugrana en este momento. ¿Y qué me dicen de jugadores como Puyol, Xavi o Iniesta? Los cantos de sirena para ellos, provenientes principalmente de la Premier League, no paran jamás. ¿Se han dado cuenta ya del patrón manifiesto? Guardiola, Messi, Puyol, Xavi, Iniesta. Todos son culés desde su formación profesional; crecieron en la Masía y se hicieron grandes en el Barça. Este valor agregado tal vez haga más fácil para ellos la estoica labor de mantener su fidelidad al escudo blaugrana por encima de los intereses económicos y no quisiera restar valor a su sacrificio en pos del equipo de sus amores, pero es inevitable destacar especialmente una actitud como esta en un jugador que no ha sido formado en la Masía, pero que valora como el que más el hecho de pertenecer a un equipo tan especial como el FC Barcelona, que es, sin duda, ‘més que un club’. ¿De quiénes estoy hablando entonces? Pues de jugadores como Villa, que prefirió llegar a un club ganador como el Barça y rechazó ofertas sensiblemente superiores en el aspecto económico como las del Chelsea y el Real Madrid, y jugadores como Mascherano, que estuvo dispuesto a asumir parte de su fichaje rebajándose el sueldo para que se concretara su salida del Liverpool. Estos dos jugadores demostraron un profundo respeto por su profesión y nos mostraron que no todo en el fútbol profesional se trata de dinero.
 
Abidal, con Txiki y Laporta el día de su presentación con el FC Barcelona
En estos momentos el FC Barcelona está tratando, entre otras, la renovación de Eric Abidal, que finaliza contrato en junio de 2012. Para entonces el francés estará a un mes de cumplir 33 años. La oferta de renovación del club catalán es muy sencilla: un año más con opción de ampliarse otro año si se cumple con un mínimo de partidos jugados y manteniendo el mismo sueldo que percibe hasta ahora. Cuando supe del interés del club por renovarlo, tuve sensaciones encontradas. Si bien es cierto que en estos momentos estamos viendo la mejor versión de Abidal desde que llegó al Barça, también es cierto que este es un equipo en el que se exige un gran esfuerzo a cada jugador, y es precisamente la posición de lateral la que requiere el mayor derroche físico. No puedo evitar preguntarme si Abidal podrá mantener semejante ritmo pasados los 33 años tanto como no puedo evitar dudarlo. Para mi tranquilidad, hoy veo una nota en la que Abidal dice: “No quiero prolongar por prolongar. Si mis piernas no responden, me iré. Es una cuestión de honestidad”. Ahora, después de leer esto, lo que no puedo evitar preguntarme es si llegado el momento Abidal se mantendrá firme a su palabra, porque, créanme, el momento llegará y tendrá uno o dos años por delante percibiendo el mismo sueldo pero jugando a la mitad.

Overmars, un caballero dentro y fuera del campo
Esta situación me recordó el caso de un ex jugador del Barça por el que siento una especial estima: Marc Overmars. El extremo holandés fue fichado por el Barça con buena parte del dinero ingresado ‘gracias’ a la traición de Figo y, aunque nunca pudo dar todo lo que los culés esperábamos de él, dejó un buen sabor de boca en la mayoría de nosotros. Su salario fue tan alto como lo fue la cantidad pagada por su traspaso (más de 32 millones de euros, que en aquel entonces eran una barbaridad), convirtiéndolo en uno de los jugadores mejor pagados de la plantilla. Overmars, como todo buen extremo, tenía como principal arma su impresionante velocidad, que Michel Salgado sufrió en carne propia cada que se enfrentaban Barça y Real Madrid; el jugador merengue seguramente tenía pesadillas con Overmars antes y después de cada clásico español. Un día, bueno o malo, Marc Overmars anuncia en rueda de prensa que renuncia a su contrato porque ya no tenía las cualidades físicas que exigía un equipo como el FC Barcelona. Así, sin más, sin negociar una compensación por parte del club, Overmars se retiraba del FC Barcelona y del fútbol profesional, renunciando a la paga restante de su contrato sólo impulsado por su sentido de honestidad. Gracias, Marc, por mostrarnos a todos que el dinero no siempre manda en el fútbol. Eres grande.

Hasta la otra.