miércoles, 11 de abril de 2012

El Hooliganismo y la Defensa del Camp Nou Con Un Par

Los hooligans son la peor versión de un aficionado
La Liga Francesa de Fútbol, la Ligue 1, hoy ha vivido uno de los días más negros de su historia, de esos cuya mancha es perenne. El fútbol está de luto y se viste de negro por la muerte del fútbol mismo. Me explico. Mientras que PSG y Montpellier luchan por el liderato de la tabla codo a codo, el Olympique de Marsella se hunde en la triste mediocridad de la media tabla en una temporada para el olvido. Esto ha propiciado una presión aún mayor, si cabe, por parte de los aficionados radicales del Marsella sobre su equipo, subyugándolo y manejándolo casi a su antojo. El pasado fin de semana el Marsella cedió los tres puntos ante su acérrimo rival, el PSG, que con esa victoria se aupó a la primera posición de la tabla, igualando los puntos de un Montpellier que a su vez tenía un encuentro pendiente para la tarde de hoy miércoles visitando precisamente al Marsella. Si el Montpellier conseguía hacerse con la victoria, volverían a ocupar el liderato de la Ligue 1 en solitario a falta de sólo 7 jornadas para finalizar la liga. Es por esto que los aficionados radicales del Marsella, haciendo uso de la violencia, exigieron a los jugadores de su equipo que permitieran la victoria del Montpellier…  y así fue. El encuentro terminó con un resultado de 1-3 y el Marsella sumó una más a su larga lista de derrotas de esta temporada. Si los esfuerzos de los jugadores del Marsella para evitar la derrota de su equipo fueron sinceros o no nunca lo sabremos, pero la duda sobrevolará a los marselleses por siempre y su historia quedará manchada a merced de la intolerancia y el terrorismo de unos cuantos parias que se hacen llamar aficionados. Hooligans de poca monta es lo que son.

Es nuestra obligación educar a las nuevas generaciones
Que la violencia determine el devenir de una liga profesional es motivo de alarma. Lo que ha pasado hoy en Francia ha pasado en muchas otras de las principales ligas del mundo. El hooliganismo está a la orden del día en países como Inglaterra, Escocia, Italia, España o Argentina, por mencionar algunos. Y en todos estos países se han tomado medidas para tratar de contener y controlar a estos grupos de aficionados radicales, en unos con más éxito que en otros.

El Barça mismo ha sufrido –y sufre– el hooliganismo en carne propia, siendo los Boixos Nois los tristes caudillos de una guerra perdida y sin causa. Los Boixos Nois no son otra cosa que un grupo de pseudoaficionados que confunden el amor por el Barça con su resentimiento social. Inconformes y violentos por definición, negativos y virales por acción, repudiados y relegados por consecuencia. Son la viva imagen de lo que nadie quiere ver en un aficionado. Los Boixos Nois se habían convertido ya en una clara amenaza de seguridad para el Camp Nou y Laporta, en aquel entonces Presidente del Barça, tuvo a bien ser el primer presidente con los cojones suficientes para prohibir el acceso de este grupo de hooligans al Camp Nou. No fue fácil. Laporta y su familia recibieron constantes amenazas por parte de los Boixos Nois, tanto que el President y su familia tuvieron que ser sujetos a una vigilancia constante para garantizar su seguridad. La casa de Laporta se había convertido en un fortín. A pesar de las amenazas, Laporta se mantuvo firme y el Camp Nou no volvió a sufrir más la violencia de los Boixos Nois.
Escudo de los Boixos Nois

Es curioso entonces, casi inverosímil, que ahora Sandro Rosell, el actual Presidente del Barça, tenga entre sus principales propuestas la creación de la Grada Jove, que no es otra cosa que el reingreso de los Boixos Nois al Camp Nou. Aquello por lo que Laporta luchó con valor, arriesgando el pellejo propio y el de su familia, puede quedar en nada gracias a Rosell y su Grada Jove. Es ingenuo pensar que la economía del Barça necesite de este grupo de hooligans venidos a menos para sostenerse. ¿Por qué entonces Rosell tiene interés en readmitir a estos criminales en el Camp Nou? Uno no puede evitar pensar que, a diferencia de Laporta, Rosell no ha tenido los tamaños para aguantar las presiones y amenazas recibidas por los Boixos Nois. “Amb pabrots, Sandro! Amb pabrots!”, le estaría gritando Laporta a Rosell si lo tuviera en frente, ya que la única forma de defender el Camp Nou, nuestra casa, es así: con un par.

Gracias y hasta otra.

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